Amar como si nunca te hubieran herido
“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos.. que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.”
(Mateo 5:43-48.)
No acumules sentimientos que solo traerán angustia en tu interior. ¿Te hirieron? ¿Te menospreciaron? ¿Te traicionaron? ¿Te abandonaron? ¿Te humillaron? ¡Da gracias!
Mira a aquellos que se levantaron en contra tuya, como instrumentos para sacar el sentimiento del perdón de ti. ¡Desecha el enojo! No te contamines con malos deseos, rencor, venganza o resentimiento; no es justo que a parte de ser tú el herido de palabra o por hecho, también seas el que sufra, el que pierda noches de sueño, el que acumule resentimientos, el que sea incapaz de ser feliz, el que se deprima, el que se frustre, el que no se de una nueva oportunidad.
Tú eres el perjudicado si no perdonas. Aprende a dejar todo en manos de Dios, y mira este proceso como una enseñanza para tu crecimiento; una manera de demostrar que no importa cuantas veces te hayan traicionado, tú continuaras creyendo en Dios y haciendo bien a los demás.