Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
(San Juan 14:26)
EL ESPÍRITU SANTO
El Evangelio sin el Espíritu Santo sería vano e inútil. El don del Espíritu Santo era vital para la obra expiatoria del Señor.
El Señor Jesucristo no comenzó su ministerio terrenal hasta que fue ungido por el Espíritu Santo. Del mismo modo necesitamos la unción del Espíritu para ser efectiva la obra expiatoria del Hijo de Dios.
Asi cómo la unción del Espíritu Santo en el bautismo del Señor Jesús, marco una una etapa en su vida también la venida del Espíritu en Pentecostés ha marcado una gran etapa en la obra de la redención haciendo efectiva la labor de la Iglesia de Cristo.
El Espíritu Santo no es solamente la lámpara brillante de la dispensación Cristina, es el Maestro, Guía y Divino Ayudador.
Asi cómo el piloto toma su posición en el timón para guiar el barco, el Espíritu Santo mora y toma su puesto en el corazón del creyente para guiarle y darle poder en todo su esfuerzos.
El Espíritu Santo ejecuta el Evangelio a través del hombre por medio de su presencia y control del espíritu humano.
En la ejecución de la obra expiatoria del Señor Jesucristo, tanto sea en su operación general así en su aplicación personal el Espíritu Santo es el agente absoluto, eficiente e indispensable.
El Evangelio no puede llevarse a cabo si no es por mediación e influencia del Espíritu Santo. Sólo El tiene la autoridad real para hacer esta obra.
El intelecto no puedo llevarla a cabo ni tampoco la elocuencia ni la sabiduría humana. Los maravillosos hechos de la vida de Cristo narrados por corazones donde no mora el Espíritu de Dios, serían completamente estériles y sin resultado.
firma Espíritu Santo